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Cadáver exquisito

Hola, ¿cómo está? Bueno, bueno, ni sé por dónde comenzar. Quizás contándole que han sido un par de semanas raritas... siempre lo digo, pero es como si lo que leo me ayudara a leer la realidad, o algo de la realidad quedara plagado por las lecturas. Algo así. Somos lo que consumimos, y esa es probablemente la tesis más fuerte de Cadáver Exquisito de Agustina Bazterrica, o quizás lo que más me interpeló. Lo leí en el club de lectura de Dantescas, de la Librería Woolf, y creo que de otra manera no lo hubiera logrado. No solo por la crudeza, sino también porque es un libro que uno necesita comentar a medida que lo lee y que cala muy profundo.





Mi hija fue mi principal interlocutora. Me he dado cuenta de que este tipo de historias escalofriantes ni la despeinan. Al contrario, tiene muchísima curiosidad por entender más de lo que leo. No sé si quizás para conocerme mejor o puramente por la morbosidad de escuchar si algo de lo que le cuento realmente le impresiona... hasta ahora, nada. Como ella le dijo anoche a alguien de mi familia: "Mi mamá está leyendo un libro sobre un virus que ataca a los animales y obliga a las personas a comer carne humana". Y bueno, cada uno de los elementos de ese resumen se cuestiona a lo largo de la obra.


La primera parte nos mete de lleno en la distopía de una sociedad que debe recurrir al consumo de carne humana, pero deja algunas pistas sobre por qué. ¿El virus es real o es el resultado del lobby de compañías, gobiernos e intereses? En fin, nada que nos sorprenda en la realidad pos-COVID. Quizás lo que más me interpeló fue la descripción detallada del personaje principal: Marcos Tejo, ese hombre que parece frío en su labor como jefe en un matadero. Me encantó cómo el narrador tiene un punto de vista, juzga a los personajes y nos hace sentir esa escala de valores entre lo tolerable y lo intolerable.


Es tolerable, por ejemplo, todo el proceso de producción de carne especial (el aturdimiento, la presentación de las manitas en la carnicería, los libros de cocina, etc.), pero no es tolerable el "goce" de las cabezas (un eufemismo para el abuso sexual) ni la prostitución cuyo final sea el canibalismo de la "hembra". Todo muy perturbador, pero igualmente nos lleva a preguntarnos dónde trazamos, en nuestro sistema de valores, la línea entre lo tolerable y lo intolerable. Me sentí hipócrita y llena de contradicciones al leer este libro, y esa gran bofetada de la autora me encantó.





Como le dije al comienzo, andaba pasando por una semana sintiéndome hastiada por el consumismo voraz del mundo de las apps de citas, por esa sensación de ser productos que, según lo que consumimos, somos más o menos apetecibles. En el libro, al protagonista le "regalan" una hembra que no ha sido modificada genéticamente y, por tanto, es más apetecible. Tanto, que el protagonista no solo la "goza", sino que aparenta tenerle ternura y particulares atenciones. No le cuento el final para que, por favor, se lo lea, pero es de las rupturas más brutales que he leído en la literatura y, al mismo tiempo, una de las más realistas.


¿Qué pasaría si dejáramos de pretender que no nos consumimos unos a otros? ¿Qué pasaría si, inclusive, quienes aparentan tener principios y ser progresistas son tan voraces como los que abiertamente defienden el statu quo? Esta increíble obra, universal y que seguramente se seguirá leyendo muchísimo, nos deja absolutamente mudos ante tanta lucidez. Sentí lo que no sentía desde que en mi adolescencia quedé fascinada por las distopías de José Saramago, y seguramente seguiré devorándome todo lo que Bazterrica escriba... su libro es, indudablemente, un Cádaver Exquisito.





 
 
 

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