Cometierra - Miseria
- Catalina Astre
- 25 ago 2024
- 3 Min. de lectura
Buenas buenas, ¿cómo está? ¿en qué anda? ¿qué se narra?
En esta tarde de domingo bogotano, que pasa del gris al intento de sol, quisiera contarle sobre las últimas novelas que leí: Cometierra y Miseria, de Dolores Reyes. Las leí con mis amigas lectoras, a quienes extrañaba mucho, y ambas novelas me han revuelto todo por dentro. Tuve un primer encuentro con ellas que me dejó recargada. Cruzamos mucho la lectura con nuestras vivencias, y Lau preguntó algo muy lindo: ¿Cuál sería la tierra que contaría nuestras historias?
Me he quedado pensando mucho en esa pregunta: quizás la tierra es todo lo que hacemos, lo que tocamos, lo que pasa por nuestro cuerpo, por nuestros órganos digestivos, lo que deja memoria de lo que hicimos en el día a día. Lo que sentimos en ese estómago que es como otro cerebro y nos hace tomar decisiones desde la tripa. Decisiones que no siempre están conectadas a nuestro cerebro racional, pero que nos mueven a ir, a volver, a regresar a buscar. Me desgarró la idea de la ausencia, de las personas que no se podrá saber de su paradero porque se perdió el rastro. De ese vació entre la presencia y la ausencia, el lugar de los sueños, del inconsciente porque al final es información de los mundos que se cruzan y de los tiempos que se entrelazan.
Nos interpeló mucho la relación entre los hermanos huérfanos, la idea de que las familias se hacen de pequeños gestos y no solo se crean por los vínculos de sangre. La posibilidad de crear tribu con las personas que pasan por nuestra vida dejando una huella profunda, pero a quienes también se sigue buscando en su ausencia.
De Cometierra también me quedé con esa imagen tan dulce de la casa de los hermanos rodeada por la passiflora, esa flor que muere para dar frutos tan ricos como la guayaba o la maracuyá... Una passiflora que ella imaginaba podría cubrirlo todo hasta dejar la casa totalmente consumida por la tierra. Todas las descripciones de las plantas en el libro son bellísimas: los yuyos, la hierba mate, la propia tierra en todas sus formas, con más o menos agua, más pantanosa o más acuática.

Luego me leí Miseria, cuya primera parte transcurre por momentos en un hospital mientras ella espera a su bebé. Lo leí mientras acompañaba a mi mamá a exámenes de rutina; se sentía un clima aséptico que quería ser cálido, pero no lo lograba. En el libro, Miseria tampoco quería tener a su hijo ahí, y poco a poco se da cuenta de que una colega suya, Tina, es o fue partera. Bueno, la historia es larga, y no quiero arruinarla por si acaso la quiere leer.
En ambos libros me pareció muy poderosa la resiliencia ante un mundo del olvido, de la ausencia y la desaparición. No solo de los familiares que buscan a personas desaparecidas, sino también de cómo se crean lazos fuertes entre los personajes, incluso sabiendo que pueden dejar de verse por largos periodos. Los diálogos de despedida y de la vida cotidiana me encantaron.
Miseria, sobre todo, me dio mucha ternura. En sus momentos de espera, me hizo acordarme de mis momentos previos al nacimiento de mi hija. Una visión muy dulce de lo que es la maternidad, como una manera de buscar compañía en un mundo inhóspito y solitario. Luego el libro se centra más en la apertura del local de @Cometierra.Vidente, lo que me hizo pensar en todo el proceso de compartir el don de manera informal hasta que se vuelve una actividad regular, con algunos “casos” más difíciles y otros más de chisme. Y bueno, el súper personaje de la Madame, una doña más oscurita, que no le cuento más para no arruinarle la trama, pero que habla mucho de esas disputas de poder dentro del mundo esotérico.

En resumen, ¡me encantaron! Me recordaron muchísimo a La mano que cura, de Lina María Parra, y obviamente al cuento de Laura Ortiz, Arrancamuertos, que sale en Puñalada Trapera de Rey Naranjo y algunos de los cuentos de la antología de Dantescas como El don de mi familia de Layla Martínez. Me sigue rondando esa idea de que para recibir el don hay que entregar un tributo, esa idea del intercambio... me encantan estas narrativas.
¿Con qué me recomienda seguir? ¿Qué anda leyendo sumercé? ¿Me cuenta?
Besos, abrazos y apapachos lectores.
Comments