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"Indócil" - Laura Ortíz

¡Buenas! Feliz año, ojalá este año nuevo te traiga cosas bonitas y muchas lecturas en buena compañía. Quiero contarte sobre el último libro que leí en 2024, que cerró con broche de oro un año lleno de tremendas lecturas. Quizás 2024 fue el año en el que más he leído, y eso no es necesariamente un síntoma de lo bien que estuvo el periodo, sino más bien de cuánto necesité refugiarme, buscar escape, acunarme en el vaivén de las letras, hallar respuestas y, muchas veces, más preguntas. Indócil llegó en el momento apropiado; estaba buscando algo esperanzador después de tantas lecturas difíciles sobre las maternidades, y ahí estaba este libro revoltoso, poético, onírico.


Ya mucho se ha dicho de la tremenda Laura Ortiz. Su libro de cuentos Sofoco marcó un antes y un después en la literatura de memoria y conflicto armado; me alucinó cuando lo leí. Ya no tengo una copia en mi biblioteca porque lo he regalado a mis amix que van de paso y me preguntan qué hay de nuevo para leer en Colombia. Un libro que ella escribió estando en Argentina sobre Colombia. Luego vino Diario de aterrizaje, un libro bellísimo editado por Bosque Energético, que me regaló mi ex para mi cumpleaños anticipando nuestra propia ruptura, y que luego yo le volví a regalar después de leerlo para que viviera en su biblioteca. Y para cerrar toda esta historia atravesada por la literatura, yo le regalé Indócil y me compré una copia, porque sabía que le gustaría leerlo. Yo quedé abonada a todo lo que escriba Laura Ortiz, quizás también con la idea de perpetuar el diálogo literario a distancia.



Le cuento todo esto porque, para mí, abrir las primeras páginas de Indócil estuvo cargado de ese pasivo emocional. Creo que, en la experiencia lectora, es tremendamente determinante en qué momento estamos y también desde qué lugar fue escrito. Sentí en Indócil la fuerza indómita que necesitaba que volviera a despertarse en mí.


En breve, es la historia de un grupo de inquilinos que habitan la casa de Caseros 673, en San Telmo, Buenos Aires. En esta poética casa, que parece hablar de su propia historia, confluyen jornaleros, migrantes, mujeres y hasta los huesos de una niña tehuelche. El libro es un coro compuesto por Vira, Olena y Taras, que comienza narrado desde la voz de la casa misma, relatando su historia y poniendo en evidencia lo artificial de la propiedad privada, esa idea de que los objetos nos pertenecen, en lugar de reconocer que tienen una identidad propia. Me alucinó desde el inicio. Es, por excelencia, un libro para leerse en voz alta. Le decía a un ami que sería increíble realizar una lectura colectiva; es un libro que empodera, que le da a uno ganas de creer en las posibilidades de la unión y de imaginar otros mundos posibles.Poco a poco, se comienza a tejer la posibilidad de la rebelión, pero, ante todo, la de la unión frente a la alienación y la individualidad.


Espero no espolearle el final; el fragmento que le leo en voz alta me pareció de una absoluta belleza, por su fuerza, por su poder. Taras encarna esa fuerza de la convocación, el hijo del sistema que decide subvertirlo. Me recordó a Lautaro, el rebelde mapuche que planea lentamente la sublevación. Me encantó, sobre todo, porque el anarquismo que retrata la obra no surge desde una orilla intelectual, sino desde la base social, que percibe en el sistema capitalista y en un Estado incapaz de proponer soluciones, una maquinaria que tolera la usura y el abuso. Guau, todo.


Para completar, todo se compone desde la más absoluta dulzura y ternura. Me gustó mucho esa mirada desde lo femenino, que muestra cómo una rebelión se cocinó desde el interior de una casa y luego salió al espacio público. Miles de inquilinos dejan de pagar sus arriendos, enfrentándose a la represión policial y sus amenazas de desalojo; ante las cuales se alzan las mujeres, desde el interior, desde lo doméstico, resistiendo con sus escobas. Sin palabras.

Fachada en Usaquén (Bogotá) 30/11/2024

Qué lujo leer al mismo tiempo que Laura Ortíz sigue digiriendo sus propias migraciones, inquietudes y tránsitos por medio de la escritura. Me encanta como desde la rigurosidad investigativa, produce textos tan profundos y esculpidos que hablan mucho de ella pero también de temas relevantes para entender la realidad latinoamericana. La historia de Indócil aunque ocurre a comienzo de siglo sigue siendo tremendamente relevante. Seguramente continuar leyéndola seguirá contando también una parte de la historia de mi vida y del continente.


Me va contando que lee y, ¿si llega a este libro me cuenta qué le hizo pensar?


Abrazos revoltosos


Cata

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