Buenas, se va acabando enero y por fin tuve tiempo de cerrar las lecturas que tenía pendientes. La mala educación de Alana S. Portero es sin duda uno de esos libros que podría leer y escuchar una y otra vez. El audiolibro está leído por la misma Alana, lo cual lo hace tan profundamente desgarrador, poético, casi susurrado al oído una confidencia de este personaje entrañable. Alana per sempre.
Sinceramente siento que cualquier cosa que se diga de este libro es poco y simplificaría la gran experiencia que es sentirse acompañado de la mano por Alana en el relato de la Madrid periférica en donde crece el chico que debe obligarse a castigarse a evitar sentir y expresar algo que es tan natural y evidente.Poco a poco, como en un lenguaje en el que se contarían los chismes del barrio, del edificio, comenzamos a descubrir ese entorno precario pero lleno de tanto cariño.

Luego llega el hermoso Jay, el primero de los hombres-dragón que devoran con su fuego los miedos de quien nos habla en primera persona. Sentí en esas descripciones algo muy universal en la experiencia de ser mujer, de intentar darnos validación, descubrir los límites de nuestra identidad en la validación de otros y particularmente de los omvres, quienes son tan frágiles como nosotras pero lo tienen que disimular más.
Me dolió mucho leer la violencia, los ajusticiamientos a los que se enfrentaba no solo por parte de aquellos que quieren anular la diferencia, aniquilarla, sino también en esos pequeños actos de adoctrinamiento, los rituales que obligan a ver y disfrutar del fútbol, que regulan de manera brutal las emociones.
"Lo que hacía en mis noches sagradas podría considerarse una forma de turismo de su ocupación, ofrecía mi cuerpo a cambio de atención y validación en lugar de por dinero. También lo hacía como ceremonia de resucitación, yo qué sé, necesitaba sentir que seguía viva y no se me ocurría otra cosa que dejarlo en mano de los hombres."
La relación íntima con el cuerpo, la imposibilidad de poderse ver al espejo luego de verse obligada a mantener al margen su identidad femenina. Me dolió particularmente en el contexto de transfobia que se está comenzando a despertar nuevamente, es la sensación de un volver a empezar en donde ahora parecería que lo contracultural es estar en contra de la agenda progresista. Hablaba con alguien hace un rato que es como si toda esta gran agenda parece amenazante para algunos y qué se podría hacer... ¿escoger las batallas?, ¿priorizar luchas? No lo sé, sería triste como lo dice Alana en un momento de la obra que la lucha obrera se ponga por encima de la agenda de la diversidad y al mismo tiempo juntas parecen estar compitiendo... Y si tiene ideas, cuénteme porque es algo que me conflictúa constantemente en el aula de clase cuando escucho discursos antiderechos.
Escuchar esta obra acompañada por la música que le dio a Alana la fuerza para gritar y bailar frenéticamente con Madonna o la bellísima Gata bajo la lluvia de Rocío Dúrcal en las escenas finales de Margarita, una de las madres de la protagonista, me llena de ternura y algo de esperanza.
Y ud, ¿qué anda leyendo? Ahora me pondré en modo HAY FESTIVAL como Tesis de una domesticación de la increíble Camila Sosa Villada, qué ganas de verla y de escucharla.
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